Así quedó mi cocina

Después de mucho trabajo para mí y espera para ustedes vengo a mostrarles cómo quedó la cocina terminada.

La mejor decisión que tomamos fue agregar espacio de trabajo sobre la pared del fondo. Por un lado porque te encontrás con esta vista cuando te asomás, y por otro porque duplicamos la superficie de mesada (si, es exactamente el doble).

Compré dos muebles de pino genéricos  y los adapté agregando sumplementos a ambos lados de la cocina para que parezcan hechos a medida. El rincón quedó ciego (en realidad hay cerámicos de repuesto y una cápsula del tiempo con recuerdos para que encuentren los nietos de Juju).

A la derecha inventé un espacio abierto para las asaderas. Como nuestro horno es de los más angostitos cuando encargué los muebles me pareció bueno dejar espacio para que entre uno estándar. Si más adelante decidimos cambiarlo solo habría que cortar una lonja de mesada y modificar el espacio abierto de abajo.

Con el tiempo nos dimos cuenta de que la mayoría de las veces no queríamos prender y apagar la luz de arriba cada vez que usamos la cocina de noche. Las opciones eran poner un sensor de movimiento (en serio lo consideré #CocoSilyRealness) o tener algo tipo velador encendido durante las horas vespertinas. Esa lámpara articulada me acompaña desde mi escritorio de estudiante.

Las mesadas, muebles, bacha y grifería tienen dos años de instaladas y la verdad que se la re bancan.

Cada estante está hecho en dos partes porque si no tenía que comprar otro tablero de eucalipto y me parecía al pedo.

Ahora el lavarropas entra perfecto.

De este lado no pasa nada interesante pero por qué privarlos de la vista 360°?

La cortina me llevó mil horas y hasta ahora jamás la necesité bajar pero pero diganme si no queda hermosa?

Cuando Belén me mostró que estaba haciendo estas macetas enseguida le pedí una para este pedacito de pared. Inicialmente en ese lugar habia pensado en poner un estante pero es una zona de paso y no podía sobresalir demasiado. El potus está chocho con la cantidad de luz.

Reemplazar los vidrios texturados por transparentes nos cambió totalmente el panorama. Ahora entra más luz, podemos ver los árboles y saludar a los vecinos.

Ay justo me agarraron que volví de la forrajería y no hice a tiempo de guardar el girasol!

El único pedacito de bajomesada original que había en el rincón tenía cajones de madera. Al mueble lo tiré a la mierda pero a los cajoncitos los guardé y se me ocurrió transformar uno para usar de especiero. Ese retrato fue uno de los primeros que compré, siempre le vi cara de mercader de Venecia asi que me pareció atinado ponerlo entre las especias y el té.

La vajilla es un mix de cosas nuevas, viejas y herencias familiares.

Les pido mildis por este gajito con la raiz arremolinada.  Los cuenquitos de madera los conseguí en la misma maderera donde compré el tablero para la mesada. El cuenco negro es de Poch.

El primer paso hacia una vida digna es tener copas con el borde bien finito (otro día les cuento cómo hice para que la cristalería fotografíe con ese reflejo LUXURY). Los vasos verdes son los Durax que le regalaron a mi abuela en su casamiento.

Al estante lo corté del mismo largo que la mesada para poder poner una heladera más alta algún día #WishfulThinking.

Al microondas lo desterramos porque lo usábamos muy poco. Ahora la heladera es el mirador de Juju.

Un truco viejo de estilista es poner las cosas en bandejas para que las cosas estén agrupadas y no parezca que el desorden se esparce por las superficies.

Ya se que me van a preguntar por la mesada de madera y el agua. La verdad es que nos mandamos con madera porque el presupuesto no permitía otra opción y estamos sorprendidos con la durabilidad, lo único que requiere es tener un repasador a mano para secar después de las salpicaduras. No puedo creer lo prolija que me quedó la instalación de bacha y grifería.

Al secaplatos lo pagué cien pesos, abajo le pusimos un individual de tela para que junte el agua que escurre.

Los tiradores de bronce se los compré a un artesano de San Fernando y están envejeciendo precioso. En lugar de tapar todos los agujeros de la pared a este le puse un gancho y lo usamos para colgar las bolsas. El banquito era de mi abuela.

Bai!